El suicidio de Alan García no debe alegrar a nadie. No es hora de ponernos a elucubrar si estamos ante un hecho de cobardía o de dignidad política, o como un acto de alguna particular psicopatía. Eso no debe ser materia de debates en estos momentos, lo que sí cabe exigir más aún luego de estas circunstancia es que el Ministerio Público y el Poder Judicial ahonden sus investigaciones judiciales sobre Alan García y se llegue a una verdad contundente. Es lo mínimo que se debe esperar.