El nuevo gabinete está orientado más a la derecha, y por tanto al proceso productivo y económico del país. Pero al ser menos político, es un gabinete débil y tiene ante sí varios desafíos: el indulto a Alberto Fujimori, el caso Lava Jato y las posibles confesiones de Jorge Barata, conflictos sociales de cara a las siguientes elecciones regionales, y la beligerancia del fujimorismo en el Congreso.