Resulta inadmisible que después de 25 años de que la facción principal de Sendero Luminoso se acogiera a un acuerdo de paz, subsista en el Vraem otra facción que prosigue con la lucha armada, que funciona como un sicariato del narcotráfico y que tenga una zona liberada en el territorio nacional, ocasionando ataques terroristas como el reciente, que dejó tres policías muertos.
No se entiende por qué los gobiernos sucesivos desde entonces no han sido capaces de desterrar esa lacra subsistente en el país. Supuestamente se tiene que hacer trabajo político, de inteligencia, militar de alta precisión para lograr extirpar ese mal de la sociedad peruana; pero hasta ahora no hay buenos resultados.
¿Qué se puede hacer? Pensemos por ejemplo en la constitución de una región específica, que comprenda algunas provincias de las regiones involucradas, de Junín, Huancavelica, Ayacucho, Apurímac y Cusco; y que tengan autonomía presupuestal; elecciones y representación ciudadana; direcciones regionales de salud, educación; de manera que puedan administrar una región altamente conflictiva y riesgosa como aquella controlada por el narcotráfico.
Lo que no puede ocurrir es que el Perú llegue al bicentenario con el 5 o 10% de su territorio liberado por delincuentes.
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